La pena de muerte en Taiwán

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Wen Ren-hsien (centro), momentos antes de la ejecución. (Foto: RTI)

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En esta edición hablaremos de un tema tabú, un tema aceptado implícitamente pero que haría falta más discusiones acerca de su aplicación.

2 COMENTARIOS

  1. Ojo por ojo y el mundo acabará ciego. Eso dijo
    Mahatma Gandhi, un abogado egresado del University College de Londres el cual, evidentemente, no era católico como yo, pero que en este tema, compartimos opinión.

    Hoy domingo, los católicos celebramos la Resurrección de Jesús, el Hijo de Dios, el cual fue condenado a muerte por la justicia del Imperio Romano y ejecutado en una cruz. Pues bien, el quinto mandamiento de la Ley de Dios dice: «no matarás». No sé, yo, en mi ignorancia, diría que ese mandamiento incluye tanto a las personas físicas o naturales como a los Estados.

    Por otro lado y desde un punto de vista ya no religioso sino criminológico, es un hecho empíricamente demostrado que la pena de muerte no es nada efectiva pues no erradica ni tampoco disminuye, por sí misma, los índices de criminalidad. Y a la inversa, en los países como el mío (España) en el que la pena de muerte está abolida desde la Constitución de 1978, está demostrado que esa abolición tampoco ha supuesto un incremento de los referidos índices. Yo soy una persona «difícil», apuesto por la reeducación y reinserción social. Ya sé que es más «difícil» pero es que no es lo mismo vencer, matar, usando la fuerza bruta, que educar, reinsertar, convencer, usando la razón. Yo soy así de idealista…

    En cuanto a los políticos… ya se sabe cómo son los políticos. Los científicos se esfuerzan por hacer posible lo imposible. Los políticos por hacer imposible lo posible (Bertrand Russell).

    Saludos.

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